quarta-feira, 12 de novembro de 2008

EL REGRESO DEL IDIOTA (21): CHÁVEZ, O FILHOTE DE CRUZ-CREDO


Chávez era un confuso ex militar, situado bajo la influencia ideológica de Norberto Ceresole, un argentino fascista procedente del peronismo, partidario del gobierno libio, donde un caudillo militar árabe utilizaba al ejército como correa de transmisión de su ilimitada autoridad. Ceresole, muerto en 2003 a los sesenta años, era quien había convencido al teniente coronel golpista de la infusa sabiduría recogida en El libro verde, pomposamente llamada por Chávez "la tercera teoría universal", mezcla de sofismas, socialismo, militarismo y islam.

Pero en abril de 2002 sucedió algo que modificó cualitativamente los vínculos entre Castro y Chávez: el extraño golpe militar que mantuvo al presidente venezolano prisionero durante cuarenta y ocho horas. En ese breve periodo, en el que Castro se movió frenéticamente tras bambalinas para devolverle el poder a su amigo y benefactor, Chávez comprendió que necesitaba algo más que médicos por parte de La Habana para continuar como inquilino de Miraflores: necesitaba toda ingeniería represiva, el aparato de inteligencia y las técnicas propagandísticas que le permitieran mantenerse en el poder sin temor a que sus enemigos lo desplazaran de la casa de gobierno. Necesitaba, en suma, la técnica para sostenerse en el gobierno que Castro, a su vez, había aprendido de los soviéticos desde los años sesenta y setenta, cuando miles de asesores procedentes de la URSS y otros países del Este habían reformado totalmente la burocracia cubana hasta hacerla absolutamente imbatible por sus enemigos. El leninismo, a fin de cuentas, era eso: un puño implacable firmemente cerrado, un férreo procedimiento de gobierno.