terça-feira, 23 de fevereiro de 2010

UM TRECHO DO LIVRO “LA OBSESIÓN ANTIAMERICANA”, DE JEAN-FRANÇOIS REVEL, SOBRE O 11 DE SETEMBRO

¿Cuáles son las verdaderas causas del ataque del 11 de septiembre de 2001 contra Nueva York y Washington, que más parece un acto de guerra que un atentado terrorista?

La causa principal hay que verla sin discusión en el resentimiento que no cesa de intensificarse contra los Estados Unidos, sobre todo desde el hundimiento comunista y el surgimiento de América como «única superpotencia mundial», según la expresión despreciada y consagrada. Esa execración es particularmente marcada en los países islámicos, a causa de la existencia de Israel, atribuida exclusivamente a América, pero está presente más discretamente en toda la superficie del planeta, incluida Europa, donde en algunas capitales ha sido elevada al estatuto de idea fija y principio casi único en política exterior.

Así, se imputan a los Estados Unidos todos los males, reales o supuestos, que afligen a la Humanidad, desde la bajada de los precios de la carne de bovino en Francia hasta el sida en África y el posible calentamiento de la atmósfera. Los primates vociferadores y camorristas de la antimundialización, en desherencia de maoísmo, echan la culpa, en realidad, a América, sinónimo de capitalismo. Esa obsesión acaba provocando una auténtica irresponsabilización del mundo.

Tomemos el caso de Israel. Se puede discutir la creación de ese Estado en Palestina, pero una cosa es segura: es el resultado directo del antisemitismo europeo. Por lo demás, entre los pogromos y el Holocausto, muchos más judíos europeos emigraron a América que al Oriente Próximo. Es cierto que los Estados Unidos apoyaron a Israel desde su nacimiento, si bien no fueron los únicos, pero no son la causa de ese nacimiento.

En cuanto a la «hiperpotencia» americana, que tanto quita el sueño a los europeos (no se les recordará bastante), deberían preguntarse por sus propias responsabilidades en la génesis de esa preponderancia. Pues, que yo sepa, fueron los europeos los que hicieron del siglo xx el más negro de la Historia. Fueron ellos los que provocaron los dos apocalipsis que fueron las dos guerras mundiales. Fueron ellos los que inventaron los dos regímenes políticos más absurdos y más criminales jamás infligidos a la especie humana. Si la Europa occidental en 1945 y la Europa oriental en 1990 eran un campo de ruinas, ¿de quién fue la culpa? El «unilateralismo» americano es la consecuencia, no la causa, de la disminución de potencia del resto del mundo, pero se ha adoptado la costumbre de invertir los papeles y acusar a los Estados Unidos a cada paso. ¿Cómo asombrarse de que tanto odio acumulado acabe incitando a unos fanáticos a compensar con una carnicería «unilateral» sus propios fracasos?